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En el ámbito de la minería, la Planificación Estratégica se puede definir como la gestión del cambio necesaria para maximizar los activos de una compañía a través del tiempo.
En estricto rigor, la Planificación Estratégica busca optimizar el consumo de los recursos minerales mediante políticas en las que interactúen todas las áreas de la empresa, con el objetivo de maximizar el valor total del negocio minero.
Para abordar este desafío, se requiere de equipos humanos altamente capacitados que desarrollen una planificación que permita administrar de manera adecuada la producción en función de los recursos minerales existentes y las estrategias de negocios definidas y establecidas por las compañías mineras. Este tipo de planificación disminuye el riesgo, debido a que pone en perspectiva una sistematización de la acción en el corto, mediano y largo plazo.
Contar con un equipo de planificadores que desarrollen planes estratégicos genera beneficios sustentables en el tiempo, entre los que destacan los siguientes: aumenta la coherencia y eficiencia del proyecto; evita la rutina mediante la reflexión y rediseño de la propia práctica y la integración de nuevos conocimientos y experiencias; evita la improvisación; le facilita al profesional un marco de referencia que le permita evaluar márgenes de flexibilidad ante imprevistos, riesgos y posibles cambios de acción; se ahorran tiempo y esfuerzo al integrar y reutilizar conocimientos previos ya probados (buenas prácticas) y estimula la evaluación colaborativa del proyecto.